Por qué me obsesiono con la naturaleza (y tú también deberías)

Si me sigues un poco, ya sabes que soy de esas personas que miran más al cielo, a los árboles o a un charco que a la pantalla del móvil. No es que quiera parecer la típica hippie, pero te juro que cuando busco inspiración para mis diseños, la naturaleza es mi Pinterest personal (y sin anuncios).

¿Por qué? Porque la naturaleza tiene una cosa que ni el diseñador más pro con su último software puede igualar: la paleta de colores más auténtica, armónica y, ojo, duradera.

Sí, esa que ves en el mar cuando cambia de azul, en el musgo verde que crece en la piedra o en el cielo que se pone rosa al atardecer. Mientras nosotros andamos ahí dándole vueltas a combinaciones imposibles, la naturaleza ya lo tiene todo resuelto desde hace millones de años.

Lo divertido es que, cuando me dicen “¿y cómo te inspiras?” la respuesta es sencilla: en lo que la naturaleza creó para nosotros. Porque, ¿para qué reinventar la rueda?

Claro, no siempre es fácil trasladar ese verde bosque o ese azul profundo a un diseño web o una marca, pero el truco está en captar esa esencia, esa vibra que hace que los colores no solo se vean bien, sino que transmitan algo real.

Además, diseñar inspirado en la naturaleza tiene otro bonus secreto: es sostenible y atemporal. Nada de modas pasajeras que en seis meses te hacen querer tirar todo a la basura. Aquí hablamos de colores que siguen de moda desde que el mundo es mundo.

Así que la próxima vez que estés buscando paletas para tu proyecto, date una vuelta por un parque, mira bien el paisaje o simplemente escucha a los pájaros (bueno, sin perder la concentración). Puede que encuentres justo ahí, entre hojas y rayos de sol, la inspiración que estabas buscando.

Y si no, siempre puedes echar un vistazo a mi estudio, donde la naturaleza manda y yo solo sigo el guion.